Que alguno de estos veteranos venga a preguntar cómo se ponen las mayúsculas, dónde hay que hacer clic para guardar un documento, cómo se configuran las impresoras o cosillas por el estilo, es el pan de cada día.
Pero estos dos son los casos más…digamos “sorprendentes” con los que me he encontrado:
CASO ONE:
Estábamos nosotros durmiendo la siesta del borrego (oseasé, la de antes de comer), cuando de repente Superjefa aparece bajo el umbral de la puerta haciendo aspavientos con las manos y moviéndose raro, a lo cigüeña con ataque epiléptico…
- ¡Jóvenes, jóvenes! Tengo un problemón!
Estado de alerta generalizado. Sobre todas las cabezas empiezan a encenderse alarmas parpadeantes…Nadie quiere ser el o la elegid@ para la importantísima (seguramente a la par que aburridísima) tarea de solucionar el susodicho problemón.
- A ver…aquí ¿quién es el que más sabe de ordenadores? Porque esto solo lo puede arreglar alguien que sepa mucho…
Silencio.
Mirada amenazadora de Superjefa.
La gente se mete debajo de las mesas…
No, mentira. Un compañero le pregunta qué le ha pasado al ordenador.
- Se ha roto.
- Ya…pero ¿qué ha pasado?
Superjefa pone cara compungida.
“Jo…que cariño ha cogido esta mujer al ordenador…”
- Bueno…la pantalla se ha quedado negra.
- ¿Así, de repente? – inquiere el pobrecico, que se ha metido solo en este berenjenal, mientras los demás hacemos como que trabajamos y no nos estamos enterando de nada... (Muajajaja, que malvados!).
- Si…estaba funcionando bien. Me he ido al servicio y cuando he vuelto la pantalla estaba negra.
Se escuchan unas tímidas risitas…
- Pero…¿cuánto has tardado en volver del servicio?
- Hombreeee…antes de volver al despacho he bajado a la cafetería a tomarme un cafecito rápido. Habré tardado, no sé, unos 20 minutillos ¿es que eso importa?
- Ehmmmmm…¿Has probado a mover el ratón?
Superjefa mira al compañero con cara de sorpresa y niega con la cabeza. El compi suspira y le sugiere que vaya a probar…
A los pocos segundos, escuchamos un grito de Superjefa.
- Valeeeeeeee.
La oficina estalló en risas. Creo que se nos escuchó en todo el edificio…menos en el despacho de Superjefa, que nunca más volvió a sacar el tema.
CASO TWO:
A primera hora, en vez de ir directamente a mi sitio, me fui al despacho de una compi a mirar unas cosillas que nos teníamos que explicar mutuamente.
De repente, llega su compañero de la mesa de enfrente. Otro veterano.
Saluda, deja sus cosas, se sienta y pocos segundos después…
- Chicas, perdonad…¿funciona ese ordenador?
- Si
- Pues a este no sé que le pasa. Le estoy intentando encender y no hay manera. Además, la lucecita no se pone ni verde, se queda naranja.
Las dos asomamos la cabeza, cada una por un lado de la pantalla (que parecía una coreografía ensayada y todo! Que bonito que nos quedó) y vemos al buen hombre encendiendo y apagando la pantalla una y otra vez.
Nos constó convencerle de que ese botón solo encendía la pantalla y que el ordenador era esa torre que había debajo de su mesa y, precisamente en esa torre estaba el botón que encendía el ordenador.
Resulta que el veterano NUNCA había apagado el ordenador desde que se lo pusieron. Él siempre había apagado sólo la pantalla, yéndose a su casa segurísimo de que así apagaba el ordenador entero.
¿El problema? La tarde de antes de había ido la luz…y su ordenador había gozado, por fin, de una noche de descanso.
Trás las explicaciones pertinentes sobre cómo apagar adecuadamente el ordenador, la frase con la que nuestro amigo veterano cerró la conversación, fue algo así…
- Entonces ¿a partir de ahora tengo que apretar los dos botones para encenderlo? Joer…¡pues si que dan trabajo los chismes estos!
O_o