El otro día, por un temilla de trabajo, tuve que ir a un edificio de la administración. Uno de esos que en su día fue palacio y que ahora presume de ser edificio histórico.
El guarda de seguridad, muy amable él, me indicó el camino que tenía que seguir para llegar a mi destino (eso si, sólo después de rastrear mi bolso en profundidad con cara de sabueso y de hacerme pasar por el detector de metales…que amable, que amable que era, oyes!).
Anduve por una especie de claustro, crucé pasillos, subí escaleras, atravesé un despacho con los ordenadores encendidos pero sin nadie que los estuviera usando (ande andarían?? Con lo raro que es que un funcionario no se encuentre en su puesto de trabajo, por Dior!) y todo ello siguiendo las indicaciones de la persona más amable entre los amables, el guarda de seguridad (no sé si se nota que estoy siendo un pelín sarcástica con lo de este hombre, ejem…).
Y si, llegué a donde tenía que llegar, hablé con quién tenía que hablar, pero no salí por la puerta por la que tenía que salir…Es decir, la misma por la que había entrado, lo que me hubiera permitido desandar el camino que ya había hecho para llegar a la salida. Pero la persona con que tuve que hablar, me abrió otra puerta, y yo que iba tan feliz por haber terminado con aquel marrón tan prontito y sin que me pusieran complicaciones, pues salí por ella sin fijarme. Me despedí de él y eché a andar.
Y crucé pasillos, bajé escaleras, atravesé despachos……….
Y volví a cruzar pasillos, a subir escaleras, a atravesar despachos….
Ví a una mujer al fondo del pasillo.
- Perdoné…
Me miró y aceleró el paso. Se metió por una puerta y nunca más se supo ¿Le daría miedo yo como persona o sólo el hecho de yo podría pedirla algo y tuviera que ponerse a trabajar??
Bajé en un ascensor que me encontré y supuse que dando al cero me dejaría en la primera planta cerquita de la salida…pero me dejó en un sitio lúgubre y oscuro y volví a subir ipso facto!
Cruza pasillos, baja escaleras, atraviesa despachos y…NADIE! Ni una sola persona a la que preguntar cómo carajo salir!
Me dí cuenta de que sólo me quedaba una opción: Quedarme a vivir allí.
En metros, no estaba nada mal. Ordenadores para parar un tren. Un servicio en cada planta…sólo me faltaba comprobar que tuviera la preinstalación de fibra óptica. Entonces sería perfecto!
Y buscando lo de la fibra óptica, de pronto veo a otra mujer con una carpeta abrazada contra el pecho “¿Se asustará esta también?”. No quise decir nada, por precaución, hasta que estuviese a mi altura. Pero ella se me adelantó.
- Oye ¿sabes dónde está el despacho de “apoyo administrativo”?
“¡Coñe! Eso me suena…¡Claro, he pasado por ahí como cuatrocientas veces en media hora!”
- Pues creo que subiendo las escaleras del final del pasillo a la izquierda. Pero me parece que no hay nadie…
- Vale, muchas gracias, es sólo para dejar esto…
“¿Y a mi ésta por qué me da explicaciones? Ummm…Bueh! Da igual Martitha, tú a lo importante…”
- ¿Y tú sabes dónde está la salida?
- Anda, yo creía que trabajabas aquí…Pero si, es esa puerta que tienes enfrente. Yo acabo de entrar.
“Upssss…no podía estar más cerca, no”.
- Eeeeeeehmmmm, gracias…
:S
Al final no me quedé allí a vivir. Mejor, porque en el rato que estuve buscando no encontré ni rastro de la fibra óptica…
El guarda de seguridad, muy amable él, me indicó el camino que tenía que seguir para llegar a mi destino (eso si, sólo después de rastrear mi bolso en profundidad con cara de sabueso y de hacerme pasar por el detector de metales…que amable, que amable que era, oyes!).
Anduve por una especie de claustro, crucé pasillos, subí escaleras, atravesé un despacho con los ordenadores encendidos pero sin nadie que los estuviera usando (ande andarían?? Con lo raro que es que un funcionario no se encuentre en su puesto de trabajo, por Dior!) y todo ello siguiendo las indicaciones de la persona más amable entre los amables, el guarda de seguridad (no sé si se nota que estoy siendo un pelín sarcástica con lo de este hombre, ejem…).
Y si, llegué a donde tenía que llegar, hablé con quién tenía que hablar, pero no salí por la puerta por la que tenía que salir…Es decir, la misma por la que había entrado, lo que me hubiera permitido desandar el camino que ya había hecho para llegar a la salida. Pero la persona con que tuve que hablar, me abrió otra puerta, y yo que iba tan feliz por haber terminado con aquel marrón tan prontito y sin que me pusieran complicaciones, pues salí por ella sin fijarme. Me despedí de él y eché a andar.
Y crucé pasillos, bajé escaleras, atravesé despachos……….
Y volví a cruzar pasillos, a subir escaleras, a atravesar despachos….
Ví a una mujer al fondo del pasillo.
- Perdoné…
Me miró y aceleró el paso. Se metió por una puerta y nunca más se supo ¿Le daría miedo yo como persona o sólo el hecho de yo podría pedirla algo y tuviera que ponerse a trabajar??
Bajé en un ascensor que me encontré y supuse que dando al cero me dejaría en la primera planta cerquita de la salida…pero me dejó en un sitio lúgubre y oscuro y volví a subir ipso facto!
Cruza pasillos, baja escaleras, atraviesa despachos y…NADIE! Ni una sola persona a la que preguntar cómo carajo salir!
Me dí cuenta de que sólo me quedaba una opción: Quedarme a vivir allí.
En metros, no estaba nada mal. Ordenadores para parar un tren. Un servicio en cada planta…sólo me faltaba comprobar que tuviera la preinstalación de fibra óptica. Entonces sería perfecto!
Y buscando lo de la fibra óptica, de pronto veo a otra mujer con una carpeta abrazada contra el pecho “¿Se asustará esta también?”. No quise decir nada, por precaución, hasta que estuviese a mi altura. Pero ella se me adelantó.
- Oye ¿sabes dónde está el despacho de “apoyo administrativo”?
“¡Coñe! Eso me suena…¡Claro, he pasado por ahí como cuatrocientas veces en media hora!”
- Pues creo que subiendo las escaleras del final del pasillo a la izquierda. Pero me parece que no hay nadie…
- Vale, muchas gracias, es sólo para dejar esto…
“¿Y a mi ésta por qué me da explicaciones? Ummm…Bueh! Da igual Martitha, tú a lo importante…”
- ¿Y tú sabes dónde está la salida?
- Anda, yo creía que trabajabas aquí…Pero si, es esa puerta que tienes enfrente. Yo acabo de entrar.
“Upssss…no podía estar más cerca, no”.
- Eeeeeeehmmmm, gracias…
:S
Al final no me quedé allí a vivir. Mejor, porque en el rato que estuve buscando no encontré ni rastro de la fibra óptica…